miércoles, 26 de septiembre de 2012

“Soldador y tornero son los empleos más solicitados”
El director municipal de Desarrollo Local de Neuquén, Claudio Vázquez, aseguró que la mayor demanda laboral de la ciudad proviene de las metalúrgicas y los comercios. Señaló que existe un déficit de formación en los jóvenes que quieren insertarse en el mercado laboral y que falta crear hábitos laborales. Contó cómo funciona el programa de Capital Semilla, que busca financiar nuevos emprendimientos. Por R.A.
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La Dirección Municipal de Desarrollo Local de esta capital puso en marcha desde hace un tiempo un observatorio de temas laborales en la ciudad. Se trata de un instrumento para relevar el mercado y poder orientar la demanda. Según el titular del área, Claudio Vázquez, los estudios dan cuenta de que los sectores que más trabajo buscan son las metalúrgicas y comercios.
Desde esta dirección comenzó a canalizarse además un programa nacional llamando Capital Semilla, que hace pequeños aportes para que nuevos emprendedores puedan desarrollar su proyecto.
Vázquez comentó a E&E las principales líneas de trabajo y contó la trastienda del mercado laboral en la ciudad: jóvenes con poca formación y sin hábitos laborales creados y la dificultad de los empresarios de sumar personal.

¿Qué es lo que demanda el mercado según los estudios del Observatorio Económico Laboral del municipio?
Los oficios más solicitados son los que responden a cuestiones técnicas: soldador y tornero son los más buscados. Tenemos 134 metalúrgicas medianas y grandes en la ciudad. De ellas, el 70% manifestó que encontrar esos oficios es difícil. Sobre todo porque buscan perfiles más o menos jóvenes pero con experiencia y que se adapten a las nuevas tecnologías. Después tenemos perfiles como carpintería en aluminio, carpinteros especializados en obra y plomería para obras grandes.

Industria liviana y construcción están a la cabeza. ¿Qué pasa con el sector de comercio o servicios?
Es un sector dinámico. Existe una gran demanda con respecto a vendedores, pero no se encuentran vendedores profesionales, que sepan atender al cliente, negociar. Son perfiles que vamos a tener que empezar a tener en cuenta dentro del entramado educativo, junto con los otros que mencionaba antes.

Son todos trabajos con cierto grado de capacitación. ¿No hay demanda de empleo que no requiera especialización?
No, está muy difícil. Está cubierta esa demanda. Se nota un parate en el mercado laboral que se siente y que no genera demanda. Hubo crecimiento, pero ahora estamos en una meseta. Creo que la expectativa económica de la ciudad va a mejorar con el tema de las inversiones hidrocaburíferas. Sobre este tema es impresionante la demanda de ingenieros. Si uno tuviera que aconsejar una carrera para asegurarse futuro, es ingeniería. Es una carrera que tiene mucha demanda laboral.

¿El joven que sale de la secundaria tiene una formación apta para ingresar a alguno de estos trabajos o hay una deficiencia?
Los colegios técnicos tienen buena preparación. Están más complicados los que estudian bachillerato. Necesitan, por ejemplo, capacitarse en Tango Gestión si se van a dedicar a lo administrativo. Pero más allá de esto, es clave el tema cultural. Los estudios cualitativos que tenemos nos arrojan que nuestros jóvenes tienen una gran falta de responsabilidad y de comunicación frente a una estructura empresaria, o frente a futuros clientes o compañeros de trabajo. Encuentran dificultades en la inserción laboral, sobre todo en lo vinculado al respeto, a cumplir horarios, o hasta las cuestiones elementales como bañarse o vestirse bien para ir a trabajar. Dentro de la estructura educativa tenemos que insistir en estas cuestiones.
Es complicado, porque es difícil trabajar sobre esos aspectos.
Sí, se necesita una política de Estado de al menos una década y un trabajo conjunto con las familias.

¿Qué pasa desde el lado empresario? ¿Cómo ven al joven que ingresa?
Lo ven de esta manera. Hay muchos empresarios –no todos– que tienen esta conciencia social de decir “hay que darle la oportunidad a jóvenes sin experiencia para insertarlos”. Algunos están cansados, porque no han tenido experiencias fructíferas. Hablan de irresponsabilidades, de malas contestaciones. La maduración del chico que antes se registraba a los 20 hoy se prolonga a los 25 años y aparece por una circunstancia como tener que mantener un hijo, que los empuja de golpe a eso.
¿Tiene alguna incidencia en la actitud de los jóvenes el marco normativo laboral? Algunas empresas no garantizan las condiciones mínimas.
Cuando nos acercamos a las empresas a hacer entrevistas o a plantear una necesidad de buscar información tienen muy en cuenta algo que antes no pasaba: la AFIP y los organismos de control están muy presentes. La cuestión cultural de “me tenés que poner en blanco”, está muy presente. El propio joven demanda eso, conoce por dónde se tiene que mover. El Estado también presiona al empresario: los programas de crédito y financiamiento de Nación, por ejemplo, exigen esas cuestiones.

¿Cómo funciona el programa de Capital Semilla?
Funciona desde 2008. Es para jóvenes de 18 a 35 años, aunque no excluye al resto, que pueden sumar a un joven en su proyecto. El programa apunta a concientizar a los nuevos empresarios con una conciencia social y ambiental. Hacemos capacitaciones, que le sirven al joven para presentarse al Capital Semilla. Después tienen que llenar un formulario que representa un plan de negocio básico, con una pequeña planificación de ventas, costos e inversión, algo que les enseñamos a elaborar. Hemos capacitado ya a 287 emprendedores. Una vez que están en la capacitación, presentan a través de un formulario de Internet su proyecto para garantizar la transparencia y la democratización. Hay tres tipos de financiamientos: un programa “A”, de 30 mil pesos, para el desarrollo de prototipos; uno “B” de 40 mil pesos, para poner un emprendimiento en marcha. Después está el "C", de hasta 70 mil pesos, que es para empresas con emprendimientos en marcha y cierta experiencia. Están destinados a la consolidación. La devolución es a cinco años, con período de gracia de seis meses y los plazos los pone el propio emprendedor de forma anual. Son a tasa cero. El sistema es interesante: te llega el cheque a tu casa. Esto quiere decir que vos tenés la oportunidad de comprar donde vos quieras: muchos insumos son más baratos en Buenos Aires que en Neuquén por ejemplo.

¿Cuántos créditos dieron?
Nosotros desde la Municipalidad los capacitamos, los ayudamos a armar el proyecto y le ponemos infraestructura como dos computadoras con Internet para que puedan mandar su proyecto. El programa se comunica después directamente con ellos para ponerlo en marcha. Para la ciudad de Neuquén hay 4 millones de pesos. La tasa de retorno es muy buena.

¿Y en el caso de los que vienen con un proyecto para buscar ayuda en el desarrollo, qué se les ofrece?
Le ofrecemos orientación en cuanto a cómo está el mercado neuquino y las proyecciones económicas. Si ellos vienen y quieren poner una panadería en el barrio Belgrano o en Villa Farrel o Santa Genoveva, le vamos a decir que la demanda está cubierta. Dentro de lo que es Neuquén, sabemos qué sectores tienen más dinamismo y para ese lado intentamos apuntar. Son muy importantes en Neuquén los servicios tecnológicos o logísticos, que generan mucho trabajo.

¿Hay muchos sectores que todavía dependen de valor agregado generado afuera de la provincia?
Sí, en algunos casos es tremendo. Hace poco por ejemplo analizamos el sector alimentos. Los derivados del pollo son importantes, tanto los que ofrecen las empresas como los pequeños productores. Pero es increíble que los huevos entren desde afuera y tenemos capacidad de producirlos. Falta toda una cultura empresaria. Es una gran problema, porque somos una provincia rentista, del petróleo y del sector inmobiliario, no tenemos en la cultura la producción. En Río Negro, en cambio, estos proyectos tienen otra dinámica porque hay una cultura de producción frutícola o agroganadera.
Hay empresarios que dicen querer ser emprendedores, pero que más tarde o más temprano se van al petróleo porque las tasas de ganancias son mucho más altas.
¿Pero por qué no se sale de esta lógica? Porque desde el mismo Estado no se propone eso. Si no se propone otra vertiente económica, vamos a quedarnos siempre en lo mismo. El Estado tiene que orientar, eso es una política que se debe orientar.